Sin Cristo somos como un vaso vacío, que sin líquido no está cumpliendo el propósito para el cual fue fabricado. Por esto, el hombre sin Cristo en el corazón, no está cumpliendo el propósito para lo cual fue creado.
Entonces, el hombre sin Dios intenta cubrir ese vacío con cosas temporales, pero nunca podrá llenarlo y sólo logra que cada día se abra más ese espacio, esa incertidumbre.
Cuando recibimos a Cristo, Él ilumina nuestro corazón con su luz para que podamos entender la gloria de Dios, su grandeza y su poder. Esta buena noticia "La Palabra de Dios" que nos llenó, es un gran tesoro que contenemos nosotros como si fuéramos vasos frágiles de barro, porque este gran poder no viene de nosotros sino de Dios:
"El mismo Dios que dijo: «La luz brillará en la oscuridad», iluminó nuestro corazón para que conociéramos su gloria que brilla en el rostro de Jesucristo. Tenemos este tesoro en vasijas de barro para demostrar que este extraordinario poder que obra en nuestra vida no viene de nosotros, sino de Dios"
2 Corintios 4:6-7 PDT
Si hemos sido llenos, es para que así mismo, por nuestro anuncio y por compartir su Palabra, otros dejen de ser vasos vacíos y sean llenos del conocimiento de aquel que nos sacó de las tinieblas a la luz verdadera.
Por esta razón, somos llenos y completos en Cristo, porque ahora tenemos un propósito que implica una responsabilidad, ya que se nos ha confiado un inmenso tesoro, el más grande que puede existir en la tierra: el evangelio y la Palabra de Dios. Recordemos que “…a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.“ (Lucas 12:48)
Dios te bendiga
Einar Zelaya G.
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