El que habita a la sombra del Altísimo, se acoge a la protección del Todopoderoso. Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza. Dios mío, confío en ti». Dios te salvará de los peligros escondidos y de las enfermedades peligrosas, pues te protegerá con sus alas y bajo ellas hallarás refugio. Su fidelidad será tu escudo y tu muralla protectora. No te atemorizará el peligro de la noche, ni las flechas que se lanzan en el día; tampoco la plaga que anda en la oscuridad, ni el destructor que llega a plena luz del día. Mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti no te sucederá nada. Sólo fíjate y verás que los perversos recibirán su merecido. Porque tú confiaste en el SEÑOR e hiciste que el Altísimo fuera tu protección. Nada malo te sucederá, no ocurrirá ningún desastre en tu casa; porque él dará orden a sus ángeles para que te protejan a dondequiera que vayas. Ellos te levantarán con sus manos para que ninguna piedra te lastime el pie. Pisotearás leones y serpientes venenosas; triunfarás sobre cachorros de león y monstruos . «Yo lo salvaré, porque confió en mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Me llamará y yo le responderé; estaré con él cuando se encuentre en dificultades; lo rescataré y haré que le rindan honores. Haré que disfrute de una larga vida y le mostraré mi salvación».
Salmos 91:1-16 PDT