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Paz en la Tormenta



 
Jesús le dijo:
—¡Ven!
Pedro salió de la barca, caminó sobre el agua y fue hacia donde estaba Jesús. Pero vio que el viento era fuerte, tuvo miedo, se empezó a hundir y gritó:
—¡Señor, sálvame!
Jesús de inmediato lo tomó de la mano y le dijo:
—Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
Y cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca empezaron a adorarlo, y le dijeron:
—¡Tú sí eres verdaderamente el Hijo de Dios!
Mateo 14:29-33

Jesús invito a Pedro a ir a él, lo interesante es que en medio de ambos había una tormenta de viento y agua en vez de tierra firme ¿Cómo es posible? Muchas veces el camino para ir a Jesús no siempre será el mejor, será inestable, dará miedo, en el camino nuestra fe será probada al límite. Pedro por un momento dejo de ver a Jesús, desvió su mirada hacía la tormenta entonces sintió miedo, confusión y empezó a hundirse, gritó lleno de miedo ¡Sálvame Señor! Jesús estaba ahí y lo tomo de la mano, entonces Pedro se sintió en un lugar seguro. Puedo asumir que Pedro jamás olvido aquella gran lección “No mires la tormenta, mira a Jesús”  

Quizás hoy te encuentres en medio de una tormenta; enfermedad, estrés laboral, quizás estás enfrentando la pérdida de un ser querido, sería inhumano no sentir empatía por estas cosas, pero Jesús nos hizo un llamado "ir hacía él". Es necesario creer que podremos llegar sin importar el escenario, cuando las cosas se pongan difíciles al igual que Pedro llamemos a Jesús, invoquemos su nombre que él responde, puede que las cosas salgan mal y, ¿adivina qué? Se pondrán mal. Pero Jesús conoce nuestro límite,  conocía el límite de Pedro y ¿eso lo detuvo? No! le hizo un llamado. Jesús conoce cual es el límite de nuestra fe aún así nos invita a seguirle, a ir hacía él, porque dando ese paso "ese extra" hace que nuestra cresca. Piensa en esto: las tormentas son difíciles de olvidar, y podemos recordarlas con dolor pero también alegría porque crecimos en fe. 

“Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma
Marcos 4:39

No hay tormenta, no hay nada absolutamente nada que no se doblé ante la voluntad de Jesús. Si hay tormentas llamemos a Jesús, estoy seguro que el sabe que hacer y nos pondrá en un lugar firme en la "Roca" donde podemos descansar.
   
Dios te bendiga
Einar Zelaya

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