DÍA 16



ORACIONES DE UN CORAZÓN HUMILDE


 “En una relación de amor no hay obligación, solo un deseo profundo de agradar”

La oración es y debe ser para el cristiano un acto de humildad porque orar es reconocer nuestras limitaciones terrenales, por eso el cristiano se acerca a Dios para buscar su ayuda.  
La humildad es definida como: una virtud que se atribuye a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades.

Momentos antes de ser arrestado Jesús tiene una conversación con sus discípulos más cercanos y les dice “Manténganse despiertos y oren, para que no caigan en tentación. Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles. Mateo 26:41 Jesús podía ver más allá de lo superficial Jesús podía ver el interior de las personas (Juan 2:25). Jesús nos conoce y sabe nuestras limitaciones, lo difícil muchas veces es que nosotros no lo vemos o no lo queremos reconocer, nos creemos capaces, fuertes, alguien con una actitud así pareciera no necesitar de Dios:

Jesús contó esta otra parábola para algunos que, seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los demás: 10 «Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. 11 El fariseo, de pie, oraba así: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. 12 Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.” 13 Pero el cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” 14 Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.»
Lucas 18:9-14

La oración del hombre humilde fu atendida y este hombre regreso a su casa ya perdonado por Dios, pero el fariseo no ¿Por qué? Porque hay una ley que Jesús explica: el que se engrandece será humillado y el que se humilla será engrandecido. Podríamos decir entonces que nuestro trabajo al ir al orar es humillarnos, y si nosotros mismos no nos humillamos, por ley alguien más se encargara de hacerlo.

Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.
2 Corintios 12:9

El poder de Dios actúa en corazones humildes, por eso Pablo decía “Me alegra jactarme de mis debilidades (me alegra humillarme) para que el poder de Cristo actué a través de mi”

Al ir a orar reconozcamos nuestras debilidades, así podemos estar seguros de que Dios se encargara de enaltecernos a su debido tiempo y sobre todo nuestras oraciones serán recibidas con agrado.

¡Dios te bendiga!
Einar Zelaya G

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