ORACIONES DE UN CORAZÓN HUMILDE
“En una relación de amor no hay obligación,
solo un deseo profundo de agradar”
La oración es y debe ser para el cristiano
un acto de humildad porque orar es reconocer nuestras limitaciones terrenales, por
eso el cristiano se acerca a Dios para buscar su ayuda.
La humildad es definida como: una virtud
que se atribuye a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones
y debilidades.
Momentos antes de ser arrestado Jesús
tiene una conversación con sus discípulos más cercanos y les dice “Manténganse despiertos y oren, para que no
caigan en tentación. Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles. Mateo 26:41” Jesús podía ver más allá
de lo superficial Jesús podía ver el interior de las personas (Juan 2:25). Jesús nos conoce y sabe nuestras
limitaciones, lo difícil muchas veces es que nosotros no lo vemos o no lo
queremos reconocer, nos creemos capaces, fuertes, alguien con una actitud así
pareciera no necesitar de Dios:
Jesús contó esta otra parábola para
algunos que, seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los
demás: 10 «Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro
era uno de esos que cobran impuestos para Roma. 11 El fariseo, de pie, oraba
así: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones,
malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. 12 Yo ayuno dos veces
a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.” 13 Pero el cobrador
de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar
los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten
compasión de mí, que soy pecador!” 14 Les digo que este cobrador de impuestos
volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se
engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.»
Lucas
18:9-14
La oración del hombre humilde fu
atendida y este hombre regreso a su casa ya perdonado por Dios, pero el fariseo
no ¿Por qué? Porque hay una ley que Jesús
explica: el que se engrandece será humillado y el que se humilla será engrandecido.
Podríamos decir entonces que nuestro trabajo al ir al orar es humillarnos, y si
nosotros mismos no nos humillamos, por ley alguien más se encargara de hacerlo.
Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo
lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me
alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a
través de mí.
2
Corintios 12:9
El poder de Dios actúa en corazones
humildes, por eso Pablo decía “Me alegra jactarme de mis debilidades (me alegra
humillarme) para que el poder de Cristo actué a través de mi”
Al ir a orar reconozcamos nuestras
debilidades, así podemos estar seguros de que Dios se encargara de enaltecernos
a su debido tiempo y sobre todo nuestras oraciones serán recibidas con agrado.
¡Dios te bendiga!
Einar Zelaya G
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