El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor:
«Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!»
Solo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro.
¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!
No tengas miedo a los peligros nocturnos, ni a las flechas lanzadas de día, ni a las plagas que llegan con la oscuridad, ni a las que destruyen a pleno sol; pues mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti nada te pasará.
Solamente lo habrás de presenciar: verás a los malvados recibir su merecido.
Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa;
pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas.
Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna.
Podrás andar entre leones, entre monstruos y serpientes.
«Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos, porque él me ama y me conoce.
Cuando me llame, le contestaré; ¡yo mismo estaré con él! Lo libraré de la angustia y lo colmaré de honores; lo haré disfrutar de una larga vida: ¡lo haré gozar de mi salvación!»
📖 Salmos 91
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