Oraciones inoportunas
“En una relación de amor no hay obligación,
solo un deseo profundo de agradar”
La mayoría de nosotros tenemos una
rutina para nuestros tiempos con Dios, a la misma hora en el mismos lugar, no
quiero decir que sea malo, solamente que nuestras oraciones no deben ser
limitadas a ciertas estaciones del día, deben ser impertinentes, como con una búsqueda
desesperada por obtener la atención de Dios.
Petición inoportuna:
Jesús enseñó no solamente a pedir, si no
a ser inoportunos en nuestras oraciones, no en un mal sentido, pero si en el
sentido de insistir hasta recibir la atención requerida. Una oración así no será
rechazada, será atendida por tal impertinencia:
También les dijo Jesús:
—Supongamos que uno de ustedes tiene un
amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a
mi casa, y no tengo nada que darle.” Sin
duda el otro no le contestará desde adentro: “No me molestes; la puerta está
cerrada, y mis hijos y yo ya estamos acostados; no puedo levantarme a darte
nada.” Les digo que, aunque no se
levante a darle algo por ser su amigo, lo hará por su impertinencia, y le dará
todo lo que necesita. Así que yo les
digo: Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se
les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que
llama a la puerta, se le abre.
Lucas
11:5-10
La palabra que provoca la acción es
importunar que viene de una palabra griega que es todo un reto traducir porque
esa palabra no es vuelta a usar ninguna vez en el Nuevo Testamento. Sin
embargo, el opuesto de esta palabra es usado por Pablo cuando describe cómo
debe portarse una mujer santa, con propiedad y educación. La palabra griega Anaidian en Lucas 11 utiliza un prefijo
griego negativo “ana” que literalmente
significa ser incorrecto o mal educado. Podríamos usar la palabra tercos. Así
es como debemos orar ¡siendo tercos!
Entonces orar siendo terco significa:
-Pedir aun cuando no lo merecemos (él no
se levantó por su amistad con el vecino).
-Pedir específicamente (3 piezas de
pan).
-No importarnos mucho el horario (Era
media noche y sus hijos estaban durmiendo).
Jesús les contó una parábola para
enseñarles que debían orar siempre, sin desanimarse. Les dijo: «Había en un pueblo un juez que ni
temía a Dios ni respetaba a los hombres. En el mismo pueblo había también una viuda que
tenía un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario. Durante mucho tiempo el juez no quiso
atenderla, pero después pensó: “Aunque ni temo a Dios ni respeto a los hombres,
sin embargo, como esta viuda no deja de
molestarme, la voy a defender, para que no siga viniendo y acabe con mi
paciencia.”»
Lucas 18:1-5
En esta otra parábola podemos ver a Jesús
enseñando a sus discípulos a ser “molestos” como la viuda pobre, ella quería ser
atendida y defendida. El juez por su parte no era el mejor hombre sobre la
tierra, pero atendió a la mujer solo porque lo dejara de molestar. Dios no
tiene maldad ni hay injusticia en su corazón ¿Acaso no nos atenderá si se lo pedimos?
Lo hará sin demora.
¿Por qué tengo que pedir? ¿Qué no sabe Dios lo que necesito?
Jesús muchas veces hizo cosas extrañas
cuando encontraba gente en necesidad. Les preguntaba qué era lo que querían
aunque fuera obvio. Imagina tener el poder de sanar y preguntarle a un ciego
“¿Qué quieres que te haga?”, por alguna razón era importante para el ciego
decir: “Maestro quiero ver”. Aunque no hay una clara explicación, es necesario
que los hombres le pidamos a Dios lo que queremos.
Haz oraciones grandes, ora específicamente,
ora cosas que no puede sanar cualquier doctor, peticiones que requieran
necesariamente la intervención de Dios. Ora en grande, cree en grande, y espera
milagros grandes.
¡Dios te bendiga!
Einar Zelaya G.
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