DÍA 11



Oraciones inoportunas

“En una relación de amor no hay obligación, solo un deseo profundo de agradar”

La mayoría de nosotros tenemos una rutina para nuestros tiempos con Dios, a la misma hora en el mismos lugar, no quiero decir que sea malo, solamente que nuestras oraciones no deben ser limitadas a ciertas estaciones del día, deben ser impertinentes, como con una búsqueda desesperada por obtener la atención de Dios.

Petición inoportuna:

Jesús enseñó no solamente a pedir, si no a ser inoportunos en nuestras oraciones, no en un mal sentido, pero si en el sentido de insistir hasta recibir la atención requerida. Una oración así no será rechazada, será atendida por tal impertinencia:

También les dijo Jesús:

—Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: “Amigo, préstame tres panes,  porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que darle.”  Sin duda el otro no le contestará desde adentro: “No me molestes; la puerta está cerrada, y mis hijos y yo ya estamos acostados; no puedo levantarme a darte nada.”  Les digo que, aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, lo hará por su impertinencia, y le dará todo lo que necesita.  Así que yo les digo: Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre.

Lucas 11:5-10

La palabra que provoca la acción es importunar que viene de una palabra griega que es todo un reto traducir porque esa palabra no es vuelta a usar ninguna vez en el Nuevo Testamento. Sin embargo, el opuesto de esta palabra es usado por Pablo cuando describe cómo debe portarse una mujer santa, con propiedad y educación. La palabra griega Anaidian en Lucas 11 utiliza un prefijo griego negativo “ana” que literalmente significa ser incorrecto o mal educado. Podríamos usar la palabra tercos. Así es como debemos orar ¡siendo tercos!

Entonces orar siendo terco significa:
-Pedir aun cuando no lo merecemos (él no se levantó por su amistad con el vecino).
-Pedir específicamente (3 piezas de pan).
-No importarnos mucho el horario (Era media noche y sus hijos estaban durmiendo).

Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre, sin desanimarse.  Les dijo: «Había en un pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.  En el mismo pueblo había también una viuda que tenía un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario.  Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero después pensó: “Aunque ni temo a Dios ni respeto a los hombres,  sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, la voy a defender, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia.”»

Lucas 18:1-5

En esta otra parábola podemos ver a Jesús enseñando a sus discípulos a ser “molestos” como la viuda pobre, ella quería ser atendida y defendida. El juez por su parte no era el mejor hombre sobre la tierra, pero atendió a la mujer solo porque lo dejara de molestar. Dios no tiene maldad ni hay injusticia en su corazón ¿Acaso no nos atenderá si se lo pedimos?  Lo hará sin demora.

 

¿Por qué tengo que pedir? ¿Qué no sabe Dios lo que necesito?

Jesús muchas veces hizo cosas extrañas cuando encontraba gente en necesidad. Les preguntaba qué era lo que querían aunque fuera obvio. Imagina tener el poder de sanar y preguntarle a un ciego “¿Qué quieres que te haga?”, por alguna razón era importante para el ciego decir: “Maestro quiero ver”. Aunque no hay una clara explicación, es necesario que los hombres le pidamos a Dios lo que queremos.

Haz oraciones grandes, ora específicamente, ora cosas que no puede sanar cualquier doctor, peticiones que requieran necesariamente la intervención de Dios. Ora en grande, cree en grande, y espera milagros grandes.

¡Dios te bendiga!

Einar Zelaya G. 

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